El ser humano siempre ha sido un animal con inquietudes, con preguntas a las que quiere encontrar respuestas, con miedos. Hace miles de años, cuando el hombre creaba grupos, que más tarde se convertían en pueblos, había algún miembro que unía lo conocido con lo desconocido. Alguien que podía responder a las dudas de sus compañeros y familiares.
En mi opinión, siempre nos hemos visto atraídos, aunque atemorizados, por lo que no entendemos, como el caso de la muerte.
Así, no existe ninguna cultura en la que no haya un vínculo con esa parte de la vida. Ese vínculo que intentaba hacer comprender lo que podía haber y respetarlo.
Uno de esos pueblos eran los celtas. Cada año por estas fechas, se reúnian para agradecer el final de la época de recolección y darle la bienvenida a los meses venideros. Meses de retrospección, de meditación sobre lo pasado, para limpiar el alma. Por ello, Samhain, era como una fiesta de año nuevo, donde se dejaban atrás todo aquello que se considerase tormentoso, las débilidades y fracasos, y se recibía las nuevas oportunidades.
Además, en esa noche, los caminos de los que pasaron y el de los que estaban presentes, se cruzaban por lo que les rendían homenajes y tributos para hacerles ver que no se habían olvidado de ellos. Esto, tenía un peligro y era que no todas las almas fallecidas eran cordiales. Así que realizaban algunos ritos para no verse atacados.
Dicen que cuando Roma conquistó estas ciudades, mantuvo esa fecha señalada, pero a lo largo de los siglos y por la nueva religión que venía con fuerza, el Cristianismo, se modificó todo. Dejando a un lado lo que ellos consideraban pagano, así que se quedaron con lo de venerar el alma de los difuntos. Pero como no podía ser de otra forma, al fin y al cabo es una celebración, y qué mejor modo que comiendo delicias.
En México, al Día de Todos los Santos se le llama el día de Muertos, y mientras que en España se visitan los cementerios y se lleva flores ( a parte de comer dulces) el uno de noviembre, ellos también llevan flores y comen típicos dulces, como calaveras de azúcar, del uno al dos de noviembre y además preparan preciosos altares con diversas ofrendas y llevan comida a las tumbas, en el caso de que puedan ir hasta ellas. Lo cierto es que es una festividad muy interesante y muy antigua.
Pero la fiesta más conocida en estas fechas y más comercializada es Halloween. La cual realmente es un compendio de diversos actos en diferentes culturas. Al parecer fue en el siglo XIX cuando se empezó a realizar festejos gracias a los irlandeses que se habían visto obligados a trasladarse a Estados Unidos y Canadá, debido a la hambruna que azotaba la Isla Verde en esos momentos. Poco a poco, se fueron arragaindo las costumbres y hoy en día, Estados Unidos es el país donde mayor repercusión tiene dicha fiesta.
Lo cierto es que de toda la historía, las leyendas y posibles causas de que ahora mismo exista Halloween, me quedo con los celtas. Creo que es una época para pensar en lo que debemos dejar atrás y abrirnos a comenzar algo nuevo. Renovar las energías y mirar hacía delante sin olvidarnos de lo que dejamos, claro.
Animo a quien me lea, a que antes de que llegue ese día, vaya haciendo memoria de las cosas que quiere dejar atrás o una lista, aunque sea mental, y al llegar la fecha, que la queme o la resetee en su cabeza, para poder entrar en el siguiente mes liberado.
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