Cuando llega el Otoño, muchos países entran en la época de recolección. Uvas, arroz, semillas, setas...
Y como no podía ser de otra manera, en cada país esas fechas van acompañadas de sucesos importantes.
Si viajamos a China sobre finales de Septiembre, principios de
Octubre, podremos vivir en todo su esplendor una muy conocida
celebración, la Fiesta del Medio Otoño o Festival de la Luna.
El primer registro escrito sobre el
Festival de Medio Otoño se halla en la obra “Los ritos de Zhou”, una
colección de rituales de la dinastía Zhou Occidental (siglo XI a.C. -770
a.C.), hace tres mil años. Muchos historiadores creen que el festival
es incluso más antiguo y data de las dinastías Xia (siglos XXI-XVI a.C.)
y Shang (siglos XVI-XI a.C.)
Son en estas fechas cuando más brillante, grande y clara se encuentra la Luna.
Li Bai, del cual hablé en una entrada anterior, nos dejaba estas líneas
"Cuando era pequeño, no
conocía la Luna y la llamé plato blanco de jade. Suponía que era el
espejo de la diosa, colgado en el cielo"
Desde hace miles de años, con el objetivo de obtener una buena cosecha, los monarcas ofrecían una ceremonia de sacrificio al Dios del Sol y de la Luna, que era el encargado de la Agricultura. Así, algunas de las ofrendas eran los deliciosos ‘yuebing’ o ‘pasteles de luna’. Pasteles rellenos de pasta de judía dulce, semillas, semillas de loto, actualmente de chocolate, que se pueden tomar junto a una taza de té o de vino.
Cuentan que estos pasteles ayudaron a derrocar a la dinastía mongola Yuan (1271-1368). Introduciendo mensajes ocultos en ellos donde se instruía a los Han a que se rebelaran en contra de los gobernantes extranjeros, en el decimoquinto día del octavo mes del calendario lunar chino (cuando se celebra este festival), dando lugar a la dinastía Ming (1368-1644).
Pero también existen otros muchos platos deliciosos como el pato o zongzi (hojas de junco rellenas de arroz glutinoso).
A parte de la degustación gastronómica, se puede disfrutar de los espectáculos que ofrecen, como bailarines disfrazados de un dragón, representaciones de la Diosa de la Luna, fuegos artificiales y los farolillos de oración que lanzan al cielo.
Si no tienes la suerte de poder viajar hasta China, siempre podemos cerrar los ojos y disfrutar del sonido tan dulce del Erhu, con el que podremos volar e imaginar los paisajes otoñales de este gran país.
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